viernes, 27 de abril de 2007

Denise (un relato erótico)

Denise
Escrito por G.K.
Original en inglés aquí


A casi media hora de buscar entre la extensa selección de discos, Mark no acababa de decidir cuál le regalaría a su hermana Karen. Ella era una gran amante de la música y el rango de sus gustos abarcaba desde el country al rock pesado y el jazz. Buscando entre el top 20, se dio cuenta de que su hermana ya los tenía todos. Quizá un CD, pensó, no era tan buena idea, y ya estaba por salir de la tienda cuando una voz detrás de la caja registradora le dijo amistosamente:

-Hey, Mark, parece que tienes problemas buscando algo, ¿puedo ayudarte?

Mark se volvió hacia donde lo llamaba una atractiva chica de cabello negro, calculadora y pluma en mano. Ella había pronunciado claramente su nombre, pero él no podía reconocerla. Sólo podía verla del busto para arriba. Excepto por sus brazos, muy llenos, parecía de complexión mediana; no que él se fijara sólo en mujeres de talla mediana, pero su cara bonita y su voz amistosa despertaron su interés.

-Buscaba algo para mi hermana... ¿Cómo sabes mi nombre?

La muchacha sonrió.

-¡Soy psíquica! No, lo que pasa es que soy amiga de tu hermana y ella tiene en su sala un cuadro de tu familia. Nos ha hablado de ti y te reconocí. Me llamo Denise.

-El mío Mark; bueno, eso ya lo sabes. La foto que mi mamá nos obligó a tomarnos. No sé cómo me reconociste, salgo irreconocible en esa foto- se sonrojó.

-Sí te pareces, sólo que eres más guapo en persona- le guiñó Denise.

-Estaba muy ocupada con el inventario; casi siempre atendemos a nuestros clientes en cuanto llegan. Llevas aquí ya mucho tiempo y no había podido ayudarte, pero ya estoy aquí; dime qué necesitas.

-Tú eres amiga de Karen, seguro sabes que tiene muchos discos; no sabría que regalarle -se encogió Mark.

-Sí, lo sé; vivo en el mismo edificio que ella. Nos hicimos amigas precisamente porque a las dos nos gusta la misma música, así que vamos a ver... -dijo Denise dirigiéndose hacia una isla de discos.

Los ojos de Mark casi saltaron de sus cuencas al ver cómo la cintura de Denise crecía increíblemente donde nacían las caderas. El muchacho no pudo sino caminar obedientemente detrás de esas nalgas enormes. Con cada paso, el gran trasero se balanceaba de lado a lado sobre las anchas caderas que contenía a duras penas un ajustadísimo y revelador pantalón vaquero. Sus piernas, igualmente, eran masivas y torneadas. No fue sino hasta que ella se volvió a verlo que Mark elevó la mirada. Ambos se detuvieron delante de una selección de rock clásico de los años 70.

-Ven, creo que tengo algo.

"Tienes... y muy grande", pensó Mark.

-A Karen le gusta este álbum; la oí decir la semana pasada que lo tenía en L.P., pero que como ya no tiene tornamesa, ya no podía oírlo -dijo Denise sosteniendo entre sus dedos un cd de Super Tramp.

-El crimen del siglo; sí, ella solía escucharlo y yo también, algunas veces. Me gustaba esa titulada "hide in your jail" o algo así.

-¡Era "hide in your shell", no "hide in your jail"! -dijo Denise riendo.

-Bueno, eso -rió entre dientes Mark. -Me lo llevo, su cumpleaños es esta noche, dijo que iba a hacer una fiesta con algunos amigos y me invitó. Eso nunca habría sucedido cuando éramos niños.

-Ya sé, la típica rivalidad entre hermanos, bueno... supongo que te veré allá esta noche.

-¡Ah! ¿También vas a ir? -preguntó Mark, tratando de reprimir su entusiasmo.

-¡Soy amiga de ella, recuérdalo! -exclamó Denise con una juguetona oscilación de su cadera cerca de la de Mark, acelerando los latidos del corazón del muchacho.

Desde antes de abrirse las puertas del elevador, Mark podía oír el estruendo de la música proveniente del otro extremo del pasillo. Antes de tocar, Mark respiró profundamente. No había dejado de pensar un solo instante en que Denise iría a la misma fiesta que él. Golpeó la puerta, se dio cuenta de que estaba abierta y se introdujo. Había más gente de la que había esperado. Cierto que su hermana tenía muchos amigos, pero nunca había organizado fiestas tan concurridas. Mark caminó entre rostros desconocidos, buscando la cocina.

-¡Hola, Mark! -lo saludó su hermana con un abrazo.

-Ooohh, esto es para mí -dijo tomando su regalo: el cd y una botella de vino.

-Sí. ¡Feliz cumpleaños, hermanita! Veo que hay casa llena esta noche.

-El mundo se enteró de que cumplo años. Oh… Alguien ha estado preguntando por ti. Conociste a Denise hoy -comentó Karen con mirada inquisitiva.

-Ahora ya sabes en qué consiste tu regalo -rió Mark entre dientes, examinando el montón de paquetes sobre la mesa.

-No, eso acabas de revelarlo tú -rió una voz femenina detrás de Mark.

Denise lucía despampanante, con el cabello arreglado para arriba en un arco. Su vestido negro realzaba cada parte de su curvilínea figura.

-Oh, hola, Denise- contestó Mark, sientiéndose fulminado por su belleza; la misma sensación de hacía unas horas en la tienda, el corazón latiéndole más fuerte, las manos comenzándole a sudar.

-Es un gran vestido. Quiero decir, fiesta. Es una gran fiesta. Tu vestido es muy bonito también. Te ves muy bien -tartamudeó Mark.

-Sí, la fiesta es agradable. Bueno, sólo pasé a saludar. Vuelvo a la fiesta, y, eh… gracias por el cumplido -rió nerviosa Denise antes de retirarse.

-Mark, ¿vienes con alguien? -preguntó Karen.

-No. ¿Debería? ¿Qué te traes, Karen?

Karen iba a hablar, pero se detuvo. Con cierto movimiento de su cabeza le indicó a Mark que debía seguirla hacia un rincón. Fijó la vista en su hermano y le dijo en voz baja:

-Me pareció que mostrabas interés en Denise. A lo mejor estoy equivocada, pero eso decían tus ojos. Así que antes de que vayas a la sala, quizá debas saber que acaba de romper con su novio. Eso es todo.

-Bueno, acabamos de conocernos, así que realmente no estaba esperando nada. Es una chica que trabajaba en una tienda de música y que da la casualidad que te conoce, eso es todo. Me reconoció por el retrato que tienes de la familia en tu sala. Vine aquí porque es tu fiesta de cumpleaños, así que ¡vámonos a la fiesta! -exclamó Mark palmeando la espalda de su hermana.

-¡Bien! -exclamó Karen sacando dos cervezas del refrigerador y tendiéndole una a Mark. Mientras los hermanos se desplazaban por la sala, los amigos de Karen levantaban sus botellas a modo de felicitación.

La mayor parte de los jóvenes bailaba o conversaba de pie. No quedaba asiento vacío. Buscando a su alrededor donde acomodarse, Mark notó que un muchacho grandote y musculoso abrazaba a Denise colocándose sobre uno de los brazos del sillón que ella ocupaba. Le hablaba al oído y Denise asentía. A Mark le pareció que ella no tenía la mirada intensa y brillante de hacía unos momentos en la cocina; quizá estaba cansada, pero su mirada parecía más llana y su sonrisa forzada. Aunque la fiesta estaba bastante viva, Mark, recargado sobre la pared, simplemente oía los gritos y veía a las parejas bailar. Se sentía un poco molesto. La consciencia de la insentatez de su comportamiento coqueto e impulsivo comenzó a abrumarlo. "Porqué tuve que hacer ese estúpido comentario sobre lo bien que se veía con el vestido", se dijo.

Mark quería irse, pero pensó que no sería comportarse cortésmente con su hermana. En eso, se acercó a él una amiga, Lenore. Como siempre, llevaba mucho maquillaje, y al saludar a Mark con un beso, dejó la mitad de su lápiz labial embarrado en su mejilla.

-¿Vienes solo? -preguntó con su aguda voz Lenore.

-Sí; me siento un tanto fuera de lugar, sabes. Estaba por irme.

-No te vayas tan pronto. Vamos a hacernos compañía -pidió ella, alzando hacia él las pestañas y colgándose de su brazo.

El resto de la velada, mientras socializaban, Lenore no separó su huesuda mano del brazo de Mark, aferrada a él mejor que si fuera su esposa. No bien regresaba alguno de los dos del baño, ya estaba ella nuevamente prendida de él. Por fin Karen partió el pastel, abrió los regalos y Mark vio entonces el momento propicio para marcharse de la fiesta más larga a la que hubiera sido invitado.

-Te vi despedirte de Karen y de tus amigos. ¿Te vas tan pronto? -le preguntó Denise cuando lo vio abrir la puerta.

-Sí, tengo que levantarme temprano mañana. Me agradó encontrarte, lástima que no tuvimos tiempo de hablar -se disculpó Mark.

-Quizá hubiéramos hablado si no me hubieras rehuido -replicó Denise en tono desafiante.

-No entiendo -se contrarió Mark.

-Me viste con ese tipo y te imaginaste que éramos novios o algo así.

-Bueno, si él es tu novio o no, no es mi asunto.

-El tipo con el que estaba era Brad, otro empleado de una tienda cercana a la de discos. Lo había invitado a la fiesta antes de que entraras en la tienda. No quería que se la pasara solo aquí, pero ya se fue; tenía que hacer otras cosas, o al menos eso dijo. Creo que le han pasado por la cabeza ciertas ideas en las cuales no estoy interesada. En fin, me marcho yo también. ¿Tienes tiempo de charlar? ¿Por qué no tomas mis llaves y nos vemos en mi departamento?

-Okey, claro… Seguro, te veo allá, si es que tú te sientes segura.

-Sólo si tú te sientes seguro -sonrió Denise.

-Así me siento -dijo Mark.

Mark esperó a Denise dentro de su dormitorio con cierta excitación nerviosa. No sabía que esperar, ni cuáles eran las intenciones de Denise. Tan sólo habían platicado un poco en la mañana y aquí estaba él en el cuarto de una mujer que apenas conocía. El departamento era mucho más pequeño que el de Karen; mucho más limpio, pero le hacía falta una buena mano de pintura y los muebles delataban su edad. Mark se sentó sobre un emplovado sofá, al lado de un viejo televisor Zenith. Algunos cuadros colgaban de la pared. Lo único nuevo parecía ser una bicicleta estacionaria.

Mark recorrió con el control remoto todos los canales. Denise llegó media hora más adelante.

-Perdón por el retraso, me despedí de todos -se disculpó Denise entornando los ojos. Se sentó a un lado de Mark, rozando con sus muslos llenos las piernas de Mark.

-Puedo ofrecerte un café, también tengo cervezas -sugirió.

-Una cerveza, un café, no importa; tomaré lo mismo que tú.

-Okey, será cerveza.

-Suena bien -contestó Mark, y Denise se encaminó hacia la cocina. El pequeño departamento no estaba tan mal. Había vuelto a la vida con la presencia de Denise.

-Aquí tienes -dijo Denise extendiéndole una cerveza, y, después de destapar la suya, salió a un pequeño balcón.

-Ven -dijo, y Mark la alcanzó. Denise se inclinó sobre el barandal, alzando como adrede para Mark su trasero redondo. Mark se sentía excitado teniendo tan cerca a esta mujer grande y hermosa.

-Bonita noche -dijo Denise dándole un largo trago a su botella-. Tenía mucha sed.

-Ya veo -sonrió Mark. Mirando al cielo, dijo:

-Se está bien en este balcón.

-Es lo único bueno de este lugar; por lo demás, es basura, pero no puedo hacer nada al respecto.

-Vamos, no está tan mal.

-Sí lo está.

Mark encogió los hombros.

-No puedes quejarte de la vista desde tu balcón. Qué noche tan clara, puedes ver las luces en los montes Grouse y Seymour; generalmente el mejor tiempo para hacerlo es después de la lluvia.

-Hablando de llover, es lo único que ha pasado aquí desde que llegué -refunfuñó Denise.

-Así es Vancouver -sonrió Mark.

-¿Cómo es que un chico tan guapo como tú no tiene novia? ¿O sí tienes? -preguntó Denise.

-No. Si tuviera, no estaría aquí contigo.

-Respuesta inteligente -elogió Denise y, aproximando sus caderas a Mark, continuó diciendo:

-Estoy contenta de que estés aquí conmigo esta noche.

-Yo también -dijo Mark, y entonces, en tanto las miradas de los dos se adentraban en la noche, Mark colocó su mano alrededor de las anchas caderas de Denise, pero se arrepintió y la retiró.

-Eres muy atractiva -dijo.

-¿Qué significa eso?

-Nada, pero no quiero que pienses que voy demasiado rápido…

-¡Mark! Puedo manejarme a mí misma. Si no me gustara lo que está pasando, te lo haría saber. No vas demasiado rápido... -Denise le quitó su cerveza y la colocó junto a la suya. Enlazó sus suaves brazos alrededor de sus hombros, presionando sus muslos regordetes contra la visible erección de Mark.

-Vamos adentro -sugirió Denise, y fueron.

Denise se sentó sobre un viejo escritorio recargado contra una pared.

-Ven aquí -dijo Denise, y una vez que éste estuvo cerca, ella envolvió firmemente la cintura de Mark con sus piernas rollizas.

Mark intentó besarla, pero Denise echó a un lado su cabeza.

-No puedes besarme ahora.

-¿Y eso porqué? Tú eres bonita y…

-Sólo quiero jugar un poco contigo primero -hizo muecas Denise.

-¡Ya jugaste bastante! -gimió Mark, y abrazando a Denise por debajo de su cintura, intentó levantarla.

-No… -le advirtió Denise.

-Sólo quería... No sé lo que quería -confesó Mark.

Denise rió.

-Querías probar qué tan pesada soy. Vi el modo en que seguías mi trasero cuando estábamos en la tienda.

-¡No! -exclamó Mark.

-¡Claro que sí! Cuando tu negocio son las ventas, miras con frecuencia los espejos colgados arriba para evitar algún robo, pero lo único que reflejaban los espejos eran tus miradas ladronas, y eso no estaba mal. Yo también te miraba. Por eso dejé que me vieras por un rato.

-Así que lo notaste. Qué vergüenza. No creí ser tan obvio -musitó Mark.

-Eso se debe a que las mujeres solemos ser más discretas. Y por eso quiero jugar contigo, porque sé lo que te gusta, sé lo que deseas -dijo ella dando un ligero pellizco al oído de Mark y empujando al joven.

Mark cayó contra la pared y Denise caminó hacia él; una vez a su lado, se dio vuelta y se inclinó, presionando sus nalgas enormes contra el cuerpo de Mark.

-¿Podrías deshacer los nudos de mi vestido? -preguntó- Es incómodo...

-Seguro.

Cuidadosamente, Mark deshizo los nudos del vestido mientras besaba la nuca de Denise. La cremallera bajó con soltura a lo largo de su espalda, hasta la parte donde nacían sus caderas; Mark tuvo que forzar un poco ahí el cierre.

-Deshaz también mi sujetador -pidió Denise.

Otra vez con delicadeza, Mark retiró el sujetador. Haciendo de sus manos una copa, las llenó con los pechos de Denise, pequeños pero firmes.

Denise gemía.

-Mmmm.

El vestido yacía doblado sobre el suelo. Las bragas todavía no bajaban de las piernas de Denise, pero disimulaban poco la grieta del sexo de Denise, y Mark pudo contemplar por fin las magníficas, gigantescas nalgas de la joven en toda su gloria. Los muslos se revelaron entonces en toda su magnitud, mucho más grandes ahora que con la ropa puesta, dibujando un horizonte mucho más allá de la cintura.

Denise se contempló a sí misma, orgullosa, y se dirigió al sofá balanceando de un lado a otro su ancho trasero. Las sacudidas que daba al caminar eran más enérgicas ahora, libre de la ropa.

Volteó a ver a Mark provocativamente, deslizando sus manos a lo largo de sus muslos gruesos, sólidos; sobre su ancho trasero y sus caderas; sobre sus costados y cintura, oprimiendo al final de todo el camino sus pechos.

Mark se aproximó a ella y, antes de saber qué estaba pasando, Denise lo sujetó por los brazos. Mark pudo sentir cómo era echado lentamente hacia atrás hasta caer sobre el sofá. Miró a Denise darle la espalda, lista para sentarse encima de él.

-Me moría de ganas por hacer esto. Pienso que te gustará que ponga mi ancho trasero en tu cara.

-Es lo que más había estado esperando -respondió Mark, y estiró sus brazos para atraer hacia sí a Denise; pero ella le dio un golpeó en la mano y lo miró con expresión traviesa.

Denise devolvió a Mark al sofá y entonces, de un salto, se sentó sobre él y se quitó las bragas. Siempre con expresión traviesa, sus bellos ojos infantiles echaban vistazos a Mark cada vez que zarandeba encima de él su descomunal trasero.

Mark dio repetidos lengüetazos al sexo de Denise, cuyo cuerpo comenzó inmediatamente a sacudirse y temblar. Era sensacional. Denise se dejó caer de lleno sobre la cara de Mark. Todo el cuerpo de Mark se estremeció desde dentro al sentir sobre él cómo lo machacaba el trasero de la muchacha, pero se estaba ahogando y la empujó para tomar aire. Sus brazos, por supuesto, no podían competir contra el peso de Denise. No fue sino hasta que Mark estaba al borde de la sofocación que Denise condescendió a levantarse.

Mark jadeaba en el sofá. Denise volvió al escritorio, meneando sobre éste orgullosamente el trasero.

-¿Qué te sucede, muñequito? Parece que te falta el aire... -bromeó Denise.

-Casi me muero -jadeó Mark.

-No diste nada de pelea; creo que mi trasero es demasiado grande para un pequeño hombrecito como tú -se burló Denise.

-Sí -volvió a jadear Mark. Pero se repuso con una respiración profunda y sujetó a la chica por los amplios y suculentos muslos, sólo para sentir cómo Denise lo tumbaba sobre la alfombra de un solo golpe de sus magníficas caderas.

Mark había entrado en éxtasis total.

-No he terminado de jugar contigo -dijo ella; y tomándolo de las manos, lo atrajo hacia sí para besarlo salvaje y frenéticamente.

-Así es mi dormitorio, Mark -dijo Denise.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Me gustó, pero me quedè con ganas de saber en qué terminó todo.Ojalá aparezcan más relatos así. ; )

Zakk dijo...

Claudia, gracias por haber visitado el blog. Por supuesto que irán apareciendo más relatos así, espero seguir contando con tu visita.
;)

Unknown dijo...

Un relato fantástico y muy sensual. Además este relato es una de mis mayores fantasías; me encantaría poder ser tan afortunado y conocer una Denise con la que poder vivirla.

Anónimo dijo...

que buen comentario. yo tambien soy gordita y nos encanta si es que esto es verdad

Zakk dijo...

¡Muchas gracias a todos por sus comentarios! Verdaderamente me animan a continuar publicando historias en este blog.

Anónimo dijo...

No hay nada más que hacerlo con una gordita con sus pechos

Anónimo dijo...

mi novia es gordita y coje como una diosa, la neta no hay nada mejor que hacerlo con una gordita, te amo magdalena.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

21.01.2015 | 22:47 pm
Joven denuncia que fue víctima de tocamientos indebidos en clínica
Doctor le habría tocado sus partes íntimas argumentando que su dolor se podía deber a un problema hormonal.
Una estudiante de 20 años denunció al médico Paul Portilla, de la Clínica Providencia, de realizarle tocamientos indebidos cuando llegó a atenderse por un dolor de cabeza.
Según manifiesta, el doctor le tocó sus partes íntimas argumentando que el dolor se podía deber a un problema hormonal.
Según la denuncia de diciembre pasado, el médico jefe del piso donde fue atendida reconoció que Portilla no estaba a cargo del área. En tanto, su abogado señaló que no se ha presentado a las citaciones.
Joven de 20 años denuncia a médico por tocamientos indebidos
Vera Lucía es una joven de 20 años que sufre de migraña. Ella fue hasta la clínica Providencia en San Miguel para iniciar un tratamiento, pero lo que sucedió fue realmente aterrador.
era Lucía es una joven de 20 años que sufre de migraña. Ella fue hasta la clínica Providencia en San Miguel para iniciar un tratamiento, pero lo que sucedió fue realmente aterrador. El Dr. Paul Portilla Condeso, mediante la excusa de “descartar un problema hormonal”, sometió a la joven a tocamientos en sus partes íntimas por más de media hora, según denuncian. El mal momento había pasado, pero todo tornó en una pesadilla, cuando otro médico, que se le acercó para atenderla, le dijo desconocer a Portilla. El médico no ha querido dar la cara a la prensa y se encuentra no habido.
MIÉRCOLES 21 DE ENERO DE 2015
DOCTOR NO ASIGNADO SE APROVECHÓ DE CONDICIÓN DE PACIENTE
UNIVERSITARIA DENUNCIA ABUSO SEXUAL EN CLÍNICA DE SAN MIGUEL
Atenderse por una fastidiosa migraña terminaría marcando su dignidad de por vida. La joven estudiante de Administración, Veralucía Rojas Veramatus (20), denunció haber sido víctima de un abuso sexual. Hecho cometido por Poul Rogger Portilla Condezo (26), presunto doctor de la clínica “La Providencia”, en San Miguel.
Abuso de su condición
Refiere Rojas Veramatus, en denuncia registrada en la comisaría de Maranga, que la tarde del 16 de diciembre acudió a la referida clínica para atenderse de una migraña. “Me llevó al piso 9 argumentando que no contaba con guantes quirúrgicos para revisarme. A solas me subió la bata e introdujo sus dedos en mis partes íntimas por más de cinco minutos. También me sobo los senos. Dijo que mi migraña podría ser causada por un cuadro de infección por transmisión sexual”, refiere la joven.
No era procedimiento profesional
Fue cuando llegó el médico Oscar Alberto Lazarte Rodríguez que Rojas confirmó el abuso. “Le conté la manera en la que fui atendida y condenó el acto. No tenía que ver con un procedimiento ético. Aparte él no era el encargado de dicho piso. Abusó de mí”, comentó indignada.
La defensa legal de Rojas señaló que Portilla se encontraba citado para ayer martes a la Divincri de San Miguel. “No se acercó. Sabe que será denunciado por el delito de actos contra el pudor y tocamientos indebidos”, refirió el doctor Alberto Villanueva Osorio, abogado de la joven.
No videos, no historia clínica
La clínica habría negado la existencia de videos de seguridad dentro de sus instalaciones, asimismo recalcado no tener una historia clínica de Rojas Veramatus. No pudiéndose comprobar la existencia de la agresión sexual. Esta es una versión dada por familiares de la agraviada.